INTELIGENCIA EMOCIONAL: Habilidad social necesaria en el mundo actual. 8 Claves para saber cómo desarrollarla.

Seguramente has escuchado hablar de este tema, pero realmente ¿sabemos de qué se trata?, ¿cuál es la importancia de la inteligencia emocional en el desarrollo de los niños? y ¿para qué sirve?

La Inteligencia Emocional (IE) puede marcar la diferencia entre un buen o un mal comportamiento social. Aunque la mayoría de la gente habrá oído hablar de la IE, pocos saben cómo detectarla, ni en sí mismos ni en los demás.

Estas son algunas de las definiciones de inteligencia emocional más aceptadas:

“Es la capacidad de sentir, entender y aplicar eficazmente el poder y la agudeza de las emociones como fuente de energía humana, información, conexión e influencia”

(Robert K Cooper).

 “Es un subconjunto de la inteligencia social que comprende la capacidad de controlar los sentimientos y emociones propios, así como los de los demás, de discriminar entre ellos y utilizar esta información para guiar nuestro pensamiento y nuestras acciones”

(Peter Salovey, Marc A. Brackett y John D. Mayer).

“Es la capacidad para reconocer los sentimientos propios y los de los demás, motivarnos a nosotros mismos, para manejar acertadamente las emociones, tanto en nosotros mismos como en nuestras relaciones humanas”

(Daniel Goleman).

Básicamente podemos decir que, la inteligencia emocional es la capacidad de percibir, expresar, comprender y gestionar las emociones. El reconocimiento de emociones propias y ajenas, implica una aptitud empática y una capacidad de escucha. La gestión de las relaciones abarca desde saber relacionarnos con las emociones ajenas hasta comprender nuestro impacto en otros.

El término inteligencia emocional llegó a popularizarse en los 90′ gracias a la influencia de autores que han tenido un afán divulgativo sin embargo, aún queda un gran camino en la educación en los aspectos emocionales. Estamos en un momento en el que se discute la importancia de la inteligencia social y emocional para el desarrollo de un individuo pero, ¿cómo lo implantamos?

Cuando llegamos a la vida adulta y nos incorporamos al mundo laboral nos damos cuenta que hay ya organizaciones que realmente valoran la competencia emocional de los individuos, y que a menudo marca la diferencia entre el éxito o el fracaso en la socialización y desarrollo de un individuo dentro de una organización.

La inteligencia emocional nos convierte en personas más adaptadas a los entornos, con relaciones de mayor calidad.

¿Qué características tiene una persona con alta IE?

 Las personas que tienen alta inteligencia emocional destacan por su:

  • Capacidad de escucha.
  • Empatía.
  • Capacidad de comunicación.
  • Adaptabilidad.
  • Creatividad ante los obstáculos.
  • Confianza en sí mismo.
  • Motivación.
  • Eficacia grupal e interpersonal.
  • Capacidad de cooperación-colaboración.
  • Proactividad.
  • Potencial de liderazgo.

Esta competencia emocional se vuelve crítica cuando las personas desarrollan una labor asistencial. Hay puestos de trabajo que exigen un fuerte “trabajo emocional”, por lo tanto, la gestión de las emociones es un aspecto crítico para un buen desempeño. Por ejemplo, en mi caso, los profesionales de la salud, observamos claramente como nuestra competencia emocional tiene un gran impacto en la relación de ayuda que conseguimos establecer con los pacientes y en la adhesión al tratamiento de estos; como en esta hay muchas otras profesiones en las que es importante promover la IE, aún así, incluso en nuestra vida cotidiana.

 Entonces, ¿De qué sirve la Inteligencia Emocional?

 La EI nos permite ser capaz de escuchar activamente a otras personas sin interrumpir y atender a su lenguaje no verbal. Percatarse de las propias emociones y cómo se enfrentan (o si se evitan).

La inteligencia emocional nos ayuda a trabajar en equipo escuchando a los demás, proponiendo iniciativas, sabiendo lidiar con los conflictos… Entre las emociones que más se dan en el entorno laboral destacan las relacionadas con la ansiedad, generada por una serie de preocupaciones y la hora de toma de decisiones.

¿Cómo puedo mejorar mi inteligencia emocional?

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La inteligencia emocional aumenta la resiliencia, es decir, aumenta la resistencia al estrés, existe una mayor capacidad para afrontar presiones, obstáculos y acontecimientos emocionalmente impactantes sin perder eficacia en el comportamiento. Os dejo los siguientes consejos para poner la IE en práctica:

1. Detecta la emoción que hay detrás de tus actos

La mayoría de las personas viven desconectadas de sus emociones ¿a que si? Las experiencias negativas que sufrimos durante nuestra vida nos hacen aislarnos de las emociones para protegernos. No puedes eliminar tus emociones, pero debes ser capaz de conectar con ellas y entender cómo influyen sobre ti. Cuando algo te haga actuar o sentirte de una determinada forma, párate un segundo, reflexiona sobre la emoción que hay detrás, y encuentra su origen, a medida que vayas centrándote en tus sentimientos empezarás a encontrar las respuestas.

2. Amplia tu vocabulario (emocional)

Existen cuatro emociones básicas a partir de las cuales se crean todas las demás: alegría, tristeza, enfado y miedo. Al identificar una emoción No basta con decir “Vale, he identificado mi emoción y es la tristeza”. No. Debes ser lo más específico posible. Ser concreto. Ponerle nombres a las emociones nos ayudará a entender cómo nos estamos sintiendo y por qué. No digas “Estoy triste” si las palabras que mejor describirían tu estado emocional son decepcionado, melancólico o herido. Tener un vocabulario amplio con el que describir exactamente nuestros sentimientos es fundamental. No dominar el lenguaje limita el conocimiento de lo que estás experimentando, creando la sensación de que no sabes lo que te pasa.

3. No juzgues la forma en que te sientes

Considera tus emociones no como algo bueno o malo, sino como la fuente de información que te ayudará a ser más consciente de ti mismo.

Las emociones negativas te previenen. El miedo por ejemplo, te avisa de que no tienes recursos para abordar lo que está sucediendo. Refleja una desproporción entre la situación y los recursos con los que cuentas. A su vez, el enfado lo sientes cuando vulneran tus derechos o necesidades. Te empuja hacia el ataque o la defensa para hacerte respetar. La tristeza te indica la pérdida de algo valioso para ti y te prepara para superar esa ausencia. Y cuando sientes alegría es porque algo te resulta agradable y ello te motiva a experimentarla de nuevo con conductas que vuelvan a generarla.

4. Controla lo que piensas para controlar cómo te comportas

Muchas personas se excusan diciendo que en los momentos emocionales pierden el control y no son dueños de sus actos. Pero sólo tienen razón en parte. Los sentimientos son el resultado de la emoción y de lo que piensas sobre esa emoción. No puedes evitar la emoción, pero sí que puedes modificar tus pensamientos al respecto.

La próxima vez que sientas una emoción, presta atención porque significa que en breve te va a invadir un pensamiento. Decide entonces qué pensamiento quieres tener y cómo deseas comportante. Y si todo falla, existen algunas otras técnicas de emergencia que pueden ayudarte:

Si estás muy nervioso o ansioso, refréscate la cara con agua muy fría e intenta que te dé el aire. Se ha comprobado que el frío puede reducir la ansiedad.

Evita las bebidas con cafeína. Los estudios evidencian que incrementan el nerviosismo y niveles de ansiedad.

¡Ejercicio! Todo lo que se diga sobre las ventajas de hacer deporte con moderación me parece poco. Se ha demostrado científicamente que reduce la ansiedad y mejora la confianza en ti mismo.

Duerme lo necesario. Cuando duermes generas endorfinas y reduces los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Por eso cuando no has dormido bien estás más irritable.

5. Busca el porqué del comportamiento de los demás

El error que comente casi todo el mundo cuando observa una reacción en alguien es juzgar únicamente la reacción, cuando detrás de ella hay muchísimo más oculto a sus ojos.

Acostúmbrate a pensar en qué sentimientos puede haber detrás de esa reacción. ¿Qué emociones y pensamientos puede estar experimentando esa persona? Si te está insultando, ¿es posible que te tenga miedo y crea que la mejor forma de defenderse sea alterándote?

Buscando el porqué de las reacciones conseguirás entender a las personas. Y te advierto que cuando cojas el hábito de hacerlo te costará enfadarte con la gente, porque comprenderás entonces que casi todo el mundo tiene motivos para hacer lo que hace.

6. Lleva un diario emocional.

Otra forma muy práctica y eficaz para mejorar tu inteligencia emocional es la de apuntar en una libreta tus sentimientos diarios.


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El efecto Bridget Jones: los escáneres cerebrales han demostrado que escribir tus emociones en una libreta reduce la actividad de la amígdala, responsable de la intensidad emocional. Este beneficio fue especialmente evidente en el género masculino, y todavía más cuando fueron escritas a mano en lugar de tecleadas en un ordenador.

7. Expresa tus emociones de forma asertiva

Una vez que ya sabes identificar y poner nombre a tus emociones, el siguiente paso sería aprender a expresarlas sin efectos adversos mediante la asertividad.

La buena fórmula general es “Me siento X (emoción) cuando haces Y (conducta) en la situación Z”, teniendo en cuenta lo siguiente:

  • Define concretamente la emoción X (oprimido, asustado, eufórico, etc)
  • Expresa tu emoción en primera persona
  • Comunica la conducta Y que te provoca esa emoción, no las intenciones (no juzgues)
  • Termina expresando lo que necesitas
  • Evita usar frases que empiecen por “Tú” y continúen con un juicio o acusación
  • Un ejemplo sería: “Me siento poco valorado porque llevo 5 años sin aumento de sueldo en esta empresa a pesar de toda mi dedicación”.

8. ¡A practicar!

No intentes aprenderlo todo a la vez. Céntrate en una única cosa y conviértela en algo práctico.

Imagínate por ejemplo que sientes que no le dedicas toda tu atención a la gente. Constantemente estás divagando y soñando despierto, y tienes un montón de distracciones en tu móvil. Y eso en el fondo te preocupa.

Una conducta emocionalmente inteligente sería convertir tu intento de prestar más atención en algo práctico. Por ejemplo apagando tu móvil y dejando de lado tus preocupaciones cada vez que te relacionas con alguien.

Repitiendo la nueva conducta, tu plasticidad neuronal modificará sus conexiones para crear la vía neuronal del nuevo hábito hasta que se convierta en algo automático.

PD: si quieres evaluar tu nivel de inteligencia emocional, en este enlace encontrarás un test para ponerte a prueba.