Epidemia del siglo XXI: El Hígado Graso. ¿De qué se trata? ¿Qué síntomas presenta? ¿Existe tratamiento?

Hoy quiero hablarles de una patología bastante frecuente en mi consulta, se trata de una enfermedad silenciosa en sus inicios y que muchas veces es un hallazgo casual cuando el paciente consulta por otras causas. El hígado graso o esteatosis hepática, es una enfermedad por hígado graso no alcohólico (EHGNA) que se caracteriza por la acumulación de ácidos grasos y de triglicéridos en las células del hígado en personas sin un consumo de riesgo de alcohol y que no presentan otras causas de enfermedad hepática crónica. Existe un bajo porcentaje no despreciable (2-3%) de pacientes donde la EHGNA puede progresar desde la esteatosis simple hacia esteatohepatitis con inflamación y diferentes estadios de fibrosis, hasta la cirrosis y carcinoma hepatocelular.

¿Es una enfermedad rara?

La EHGNA se ha convertido en la enfermedad hepática crónica más prevalente en el mundo y, debido a su frecuencia y a su potencial gravedad, empieza a ser considerada como un problema de salud de primera magnitud. Actualmente se estima que la prevalencia en la población adulta en nuestro medio es del 25-30%, siendo significativamente mayor en poblaciones de riesgo, como lo son los que padecen de obesidad y/o diabetes, llegando a ser hasta un 60-80%. Su incidencia crece en todo el mundo paralelamente a la obesidad, sobrepeso, diabetes tipo 2 y síndrome metabólico.

Existen estudios poblacionales recientes que estiman que la EHGNA es la principal causa de cirrosis criptogenética en la población general y se estima que en EE.UU. será la principal indicación de trasplante hepático, otro datos recientes sugieren que en el Reino Unido podría ser la primera causa de carcinoma hepatocelular.

¿Por qué se produce?

No se sabe del todo las causas de la enfermedad, pero en un porcentaje importante de enfermos como os comenté antes, se relacionan con la presencia de obesidad (90%), diabetes (75%) y aumento del colesterol y triglicéridos (30%). No es raro que un mismo enfermo tenga las tres alteraciones, que a veces se acompaña de aumento de la presión arterial, y entonces se dice que tiene un síndrome metabólico. Esto hace que haya predisposición a la presencia de la llamada resistencia a la insulina que facilita la acumulación de grasa en el hígado. Es por ello, que hoy en día se considera el hígado graso el componente hepático del síndrome metabólico.

El hecho de padecer este síndrome y teniendo en cuenta que los diferentes componentes que la conforman son factores de riesgo cardiovascular, hace que los enfermos con hígado graso puedan tener una predisposición a la arteriosclerosis (presencia de placas de colesterol en las arterias) y puedan padecer enfermedades del corazón (infarto) o embolias cerebrales; existen otras causas pero son menos frecuentes (ciertas cirugías digestivas como reducción de estómago, resección intestinal, consumo de ciertos fármacos como corticoides, hormonas, antiarrítmicos, antivirales, tamoxifeno o algunas enfermedades hereditarias raras.



¿Cuál es su sintomatología?

Habitualmente la enfermedad hepática por depósito de grasa puede ser asintomática sin embargo, algunos enfermos refieren cansancio, malestar general o dolor en la parte derecha y superior del abdomen. Muchas veces la sospecha diagnóstica de HGNA se realiza ante la alteración de las pruebas de función hepática (generalmente aumento de las transaminasas, razón por la que mayormente vienen a mi consulta) o bien por la presencia de alteraciones de la ecografía abdominal como hallazgo incidental, la visualización de un hígado brillante, que es causado por la grasa acumulada. Sin embargo, el diagnóstico definitivo sólo puede hacerse mediante la práctica de una biopsia hepática (extracción de un fragmento de tejido hepático a través de una punción, para su posterior visualización microscópica) pero esta generalmente se hace en aquellos casos en que se sospecha que la enfermedad está avanzada, de manera que ayuda a hacer el pronóstico y tomar decisiones terapéuticas.



¿Es una enfermedad grave?

Lo dicho hasta ahora podría hacerte pensar que sí, pero en pacientes con esteatosis simple, la enfermedad hepática suele tener un curso benigno, aunque se ha documentado el desarrollo de cirrosis en un porcentaje muy bajo de pacientes (<5% en 10-20 años). Lo importante acá en las personas que lo padecen, es que los que presentan un síndrome metabólico deben ser evaluados y tratados, no fijarse únicamente en la enfermedad hepática sino tratar de corregir los componentes de la misma, que como he dicho, son factores de riesgo para la salud, y poder evitar así el desarrollo de una enfermedad cardiovascular.

¿Cuál es su tratamiento?

Actualmente no existe un tratamiento específico para la enfermedad hepática por depósito de grasa. El objetivo principal del tratamiento es controlar los diversos factores de riesgo. Por tanto, en los enfermos con obesidad o sobrepeso se recomienda perder peso a través de la modificación de los hábitos dietéticos y promover la realización de ejercicio físico. Se aconseja, perder un 10% del peso inicial en 6 meses (0,5-1 kg cada semana) y para ello se puede caminar 30 minutos diarios durante 5 días a la semana y tomar una dieta rica en ácidos grasos poliinsaturados ( aceite de maíz o de soja, pescados como el atún, sardina, trucha o salmón), pobre en ácidos grasos saturados (mantequilla, embutidos, carne de cerdo, ternera o cordero, leche), y con antioxidantes (vitamina C), fibra, frutas y vegetales.


Estas medidas mejoraran de forma importante las transaminasas, así como los hallazgos ecográficos. En casos de obesidad mórbida, la cirugía bariátrica también provoca una mejora de las lesiones hepáticas, si bien en algunos casos, pueden presentar un empeoramiento de la lesión hepática.

Por otro lado, hay que insistir en el tratamiento de los factores asociados. En caso de diabetes es importante que se mantengan controlados los niveles de glucosa en sangre, mediante la dieta, ejercicio y el tratamiento específico con hipoglucemiantes orales. En caso de aumento del colesterol y triglicéridos debe tratarse con fármacos que disminuyen sus niveles. Además debemos aconsejar una mejora de otros hábitos de la vida cotidiana, tales como no fumar y no beber alcohol más de 20 g al día (una caña de cerveza, o un vaso de vino). También podría ayudar tratamientos con antioxidantes, como la vitamina E, así como tratamientos específicos para la esteatohepatitis no alcohólica, si bien su efectividad aún está en estudio.


Los buenos hábitos son difíciles de adquirir, pero son buena compañía para siempre. Los malos hábitos son fáciles de adquirir, pero son una mala compañía de por vida. «Nos vemos en la cumbre»

(1975), Zig Ziglar

Para saber más sobre esta patología puedes acceder a las Guías de la Organización Mundial de Gastroenterología, «Enfermedad del hígado graso no alcohólico y esteato-hepatitis no alcohólica» aquí.