Un simple gesto como un abrazo tiene una serie de ventajas para nuestro cuerpo y nuestra mente tan importantes como las tienen otras actividades como el ejercicio, ¿lo sabías?; los abrazos son una poderosa expresión de confianza y afecto y nos proporcionan una serie de placeres. La clave está en la liberación de oxitocina. La ciencia ha sabido recopilar esta información.
Quien da un abrazo se beneficia tanto como el que lo recibe, aunque su efecto es mayor si se trata de personas cercanas y significativas. El gesto de abrir los brazos y cobijar genera una sensación de bienestar que cualquier persona habrá experimentado.
Los primates necesitan el contacto con los de su especie para desarrollarse mejor cuando son pequeños y para conectarse entre ellos. El ser humano está clasificado entre los primates; por lo tanto como ellos, necesitamos el contacto entre nosotros. Una de las mejores formas que nos permiten “conectar” con otros es abrazar.
Los abrazos no sólo unen a las personas, generan complicidad y seguridad entre ellas, sino que también producen beneficios biológicos. La oxitocina es una hormona que se libera cuando hay contacto físico afectivo, hormona que produce sensación de bienestar y placer pero, no sólo se ibera oxitocina con los abrazos, también se reduce la liberación de cortisol, que seguro habéis escuchado que es la hormona que se asocia al estrés. Sabemos que el estrés está muy relacionado con el sistema inmune, las personas sometidas a un nivel de estrés intenso de manera repetida son más vulnerables a sufrir enfermedades; por lo tanto podemos decir que , los abrazos mejoran el sistema inmune.
Cuando abrazamos además de oxitocina, también liberamos endorfinas y dopamina, que son hormonas que contribuyen a disminuir el dolor y mejoran el estado de ánimo, aumentando la sensación de seguridad, esto a su vez hace que la frecuencia cardíaca disminuya y baje la tensión arterial. Las personas que se abrazan tienen mejor comunicación entre ellas y resuelven los conflictos más fácilmente, todas están ventajas son más notorias entre personas cercanas, entre desconocidos también se generan aunque en menor medida.
Los expertos hablan de que la recurrencia de los abrazos marca una diferencia. Cada vez se dan menos abrazos, nos hemos ido transformando en una sociedad muy individualista y el contacto físico se ha ido olvidando en muchas familias.
«Necesitamos cuatro abrazos al día para sobrevivir, ocho abrazos para mantenernos y doce abrazos para crecer»
Virginia Satir, psicóloga y trabajadora social estadounidense
Un equipo de investigadores estadounidenses realizó un estudio con niñas de entre siete y doce años que fueron sometidas antes situaciones estresantes y vigilaron su actividad hormonal cuando eran abrazadas o recibían una llamada telefónica de la madre.
A las niñas, se les pidió distintas tareas. Debían realizar un discurso improvisado, o resolver una serie de cálculos matemáticos en frente de un panel compuesto por desconocidos.
Durante estas experiencias, las niñas manifestaron un aumento de los latidos del corazón y sus niveles de cortisol aumentaron.
Para un grupo de niñas, su mamá estuvo con ellas inmediatamente después de cada prueba, para ofrecerles apoyo mediante el contacto físico con un abrazo o una mano tendida por encima del hombro.
Al segundo grupo, les pasaron una llamada telefónica de sus madres, mientras que al tercero, le mostraron el documental «La marcha de los pingüinos», que es visto como emocionalmente neutral.
La hormona oxitocina, asociada a la creación de lazos afectivos y que alivia los efectos de la hormona cortisol, aumentó considerablemente en los primeros dos grupos, mientras que en el grupo que vio el documental se mantuvieron constantes.
Hasta entonces se pensaba que la oxitocina, secretada en contextos de afectividad, usualmente requería del contacto físico, expresó la doctora Leslie Seltzer de la Universidad de Wisconsin – Madison, quien lideró el estudio. Pero estos resultados dejaron claro que la voz de una madre puede tener el mismo efecto que un abrazo, incluso si no está presente. Por lo tanto, las madres que no puedan estar junto a su hijo o hija cuando estos se encuentran en una situación estresante pueden llamarlos por teléfono para ayudarlos.
La neurociencia nos ha demostrado que el cerebro es un órgano plástico y moldeable. La interacción de los adultos con los niños y el cariño que se les dedica es determinante en el desarrollo de su cerebro.
Otro estudio hecho por el profesor de neurobiología de la Universidad McGill Michael Meaney demostró, con sus investigaciones, cómo influye el cuidado de las madres en el cerebro de sus crías. El experimento se realizó con ratas, en este se concluyó que las madres ratas que lamían más a sus crías provocaban cambios en ellas que se traducían en la generación de más neuronas y en un mayor desarrollo de la parte del cerebro que regula la memoria o el aprendizaje (el hipocampo).
Lo mismo se demostró con otro estudio llevado a cabo por la Dra. Joan Luby con humanos en la Universidad de Washington, donde estudiaron la influencia que tiene el cariño en el desarrollo del cerebro humano. Es la denominada plasticidad cerebral y pone de manifiesto la capacidad del cerebro de cambiar según la experiencia vivida.
El cariño puede acelerar el crecimiento del cerebro. Por ello, más allá de contenidos académicos y todo eso que consideramos beneficioso para desarrollar el cerebro, las investigaciones demuestran que el cariño es un instrumento enormemente poderoso en el desarrollo cerebral y cognitivo de los niños.
Seguro que habeís visto la foto del «Abrazo al rescate» La recién nacida que salvó a su gemela con un abrazo. Una de las dos gemelas prematuras agonizaba, cuando la pusieron en la misma incubadora que su hermana que sí respondía a los cuidados, el abrazo de su hermana mejoró considerablemente su estado. Brielle y Kyrie Jackson asombraron al mundo.