La Gratitud es el sentimiento de valoración y estima de un bien recibido, espiritual o material, el cual se expresa en el deseo voluntario de correspondencia a través de las palabras o a través de un gesto. Si pensamos en qué valores son estructurales a la hora de educar a niños, el de la gratitud fácilmente puede ocupar el primer lugar.
Sentir y expresar gratitud no sólo nos ayuda a cultivar bienestar emocional, sino que también nos ayuda a regular el estrés y por ende tiene repercusiones importantes en nuestra salud física.
El valor de la gratitud se ejerce cuando una persona experimenta aprecio y reconocimiento por alguien que le prestó ayuda. No quiere decir que gratitud es ‘pagar’ un favor, sino por el contrario, es demostrar afecto y corresponder con una actitud amable y positiva
Estamos acostumbrados a un mundo que se mueve muy deprisa. Nos quejamos de lo que nos hace falta o de lo que tenemos sin darnos cuenta de que debemos ser agradecidos, pues en la vida hay muchos motivos para la alegría y para decir “gracias”.
El valor de la gratitud se ejerce cuando una persona experimenta aprecio y reconocimiento por otra que le prestó ayuda. No consiste, necesariamente, en “pagar” ese favor con otro igual, sino en mostrar afecto y guardar en la memoria ese acto de generosidad. Más que centrarse en la utilidad práctica del servicio recibido, pondera la actitud amable de quien lo hizo.
PARA SER AGRADECIDOS HAY QUE TOMAR EN CUENTA LOS SIGUIENTES PUNTOS:
• Admitamos que necesitamos a los demás.
• Reconozcamos las obras de los otros.
• Incluyamos en nuestro lenguaje expresiones de agradecimiento.
• Aceptemos que muchas de las cosas buenas que tenemos se deben a lo que otras personas nos han dado: amor, protección, cuidados, experiencias, conocimiento.
La gratitud es un valor sumamente importante entre las relaciones humanas, en la que ambas partes se turnan en dar y recibir con el objetivo de alcanzar una sociedad cooperativa y solidaria entre los individuos que la forman.
Una persona puede sentir agradecimiento por una ayuda económica, por un trabajo ofrecido, la prestación de un objeto que necesita, la asistencia en una enfermedad o momento de convalecencia, entre otros. En este sentido, también se puede sentir gratitud por quien ofrece su amistad o amor.
Como tal, la gratitud ocurre cuando alguien realiza algo por el bienestar de otro individuo, sin esperar nada a cambio, y con esta acción siente la misma felicidad que la persona que fue beneficiada de esa acción.
Expresar agradecimiento es mucho más que decir “gracias”. Esto es porque se suele asociar la gratitud con decir “gracias” por un regalo o beneficio recibido. La práctica de la gratitud requiere un enfoque real en el momento presente, en la apreciación de la vida tal como es hoy y que ha hecho nuestra realidad actual posible.
La gratitud nace por la actitud que tuvo la persona, más que por el beneficio recibido.
¿Cómo se pone en práctica la gratitud?
Para practicar la gratitud, no sólo se dice «gracias», hay que apreciar lo que es importante para cada uno. Dedique unos pocos minutos al final de cada día y piense en, o incluso anote, las cosas por las que está agradecido ese día. Piense en las personas, los eventos o las experiencias que han tenido un impacto positivo en usted.
Uno de los aspectos fundamentales del bienestar personal se traduce en ser agradecido, aplica los siguientes pasos para ser agradecido.
1 – Quéjate menos
Los beneficios de adoptar esta actitud son claros, por un lado aumentan la sensación de felicidad porque uno deja de focalizarse solo en lo malo y por otro lado te hace darte cuenta de los conocidos que viven en constante queja y que son y hacen infeliz a los demás, aléjate de esas personas.
Absolutamente todo lo que pasa por nuestra mente influye directamente en nuestro estado emocional. Inconcienteente nos quejamos por cosas vagas y generalizadas que nos llevan a problemas y no a soluciones, que solo generan malestar e infelicidad.
Una actitud que le encuentra cosas negativas a todo (desde el clima al plan que no salió como quería) desata emociones negativas. Por el contrario, es importante valorar y agradecer lo que se tiene, actitud que te ayuda a crecer como persona.
2 – Exalta las cualidades del otro
Los expertos (psicólogos y terapeutas) advierten sobre el enfriamiento en las relaciones entre los miembros de las familias y el distanciamiento en nuestras relaciones en general por la falta del elogio y valoración del otro.
En nuestra sociedad cada vez hay menos comunicación y más frialdad, menos demostraciones de cariño, y un aumento de la crítica negativa y sobre todo el reproche. El mejor camino para ello es deshacerse de las expectativas (muchas veces irreales) que tendemos a cargar sobre la persona que tenemos al lado, como esperar un comportamiento sin equivocaciones, y así reforzar nuestras relaciones interpersonales.
3 – Lo material no lo es todo
Las cosas materiales no garantizan la felicidad ni el éxito. Las personas verdaderamente felices están más interesadas en usar sus recursos para agregar valor a la vida de los demás, y vivir de forma decente y modesta.
Si el dinero aparece, bien, y si hace falta, de igual manera se debe ser capaz de ser felices y estar satisfechos con la vida. Sabemos que lo material muchas veces es necesario, pero la idea se centra en que valoremos lo que tenemos, y más que las cosas materiales, la salud, la vida, las relaciones que podamos tener.
Diversos estudios demuestran que las experiencias (un viaje, una comida al aire libre o un espectáculo) aportan emociones que perduran en la memoria como buenos recuerdos, a diferencia del tipo de emoción que produce adquirir el ultimo móvil salido al mercado, por ejemplo.
4 – Tu trabajo puede ser una fuente de motivación
Al igual que con las relaciones interpersonales, el trabajo frecuentemente llega a ser una gran fuente de insatisfacción: no nos sentimos cómodos, no nos proporciona el dinero que queremos, tenemos colegas indeseables y un largo etcétera.
Son pocas las personas que encuentran en su trabajo una verdadera satisfacción. Es conveniente cambiar el enfoque, sin esperar el agradecimiento de colegas o superiores, sino encontrar la gratificación propia. Valorar la suerte de tener un lugar de trabajo.
5 – Seguir la “dieta de la gratitud”
Janice Kaplan, en su camino para reforzar la actitud de gratitud, pasó por un proceso difícil en donde tenía que cambiar su percepción acerca de su aspecto físico. Durante ese proceso se ideo una estrategia que denominó la dieta de la gratitud.
Esta “dieta” se basaba en los siguientes aspectos: agradecer que tiene alimento en la mesa, siempre sentarse para comer y disfrutar los alimentos, restringir la ingesta de productos procesados azúcares y harinas blancas y, en vez de comer sin control esas galletas de chocolate que tanto le gustan, aprovecharlas solo de vez en cuando y disfrutarlas con placer.
Si queremos que la balanza de nuestra vida se incline hacia la felicidad y el bienestar, es importante que incorporemos en nuestra vida practicas saludables que nos permitan contrarrestar los efectos tóxicos de emociones como la ira, el miedo, la tristeza, y que mejor manera de lograrlo que a través de una actitud grata.
Esta es una de las grandes conclusiones de El diario de la gratitud. En ese sentido, Janice asegura que “cuando te sientes realmente agradecido, los indicadores de estrés (ira, preocupación, ansiedad…) disminuyen y descienden las posibilidades de sufrir enfermedades”.
“Todo nuestro descontento por aquello de lo que carecemos procede de nuestra falta de gratitud por lo que tenemos”.
Daniel Defoe